La palabra croto forma parte del lenguaje popular argentino desde hace más de un siglo. Se usa para nombrar a quien anda con poco, a quien vive de lo que encuentra, o a quien elige una vida sin las normas fijas del trabajo y la propiedad.
El origen del término está vinculado al gobernador bonaerense José Camilo Crotto (1863–1936). Durante su gestión, a comienzos de la década de 1920, firmó un decreto que permitía a los peones rurales viajar gratuitamente en los trenes del Estado. En aquel tiempo, miles de trabajadores temporarios recorrían las provincias siguiendo las cosechas o buscando changas, durmiendo donde podían y cargando sus pertenencias en bolsas o valijas simples.
La medida buscaba facilitar la movilidad laboral, pero tuvo consecuencias más amplias. Los trenes comenzaron a llenarse de trabajadores, aventureros y personas sin destino fijo. Cuando el decreto fue derogado, los ferroviarios continuaron utilizando el apellido del gobernador para referirse a esos pasajeros itinerantes. Así empezó a decirse:
“Ahí viene un croto.”
Y el apodo quedó instalado en el habla común.
Y el apodo quedó instalado en el habla común.
Con el paso de los años, el término croto se amplió para designar a los andariegos y desposeídos en general. No siempre tuvo una connotación negativa: también se usó para referirse a quienes llevaban una vida sencilla, libre de ataduras o compromisos permanentes.
Durante las décadas de 1930 y 1940, los crotos fueron una presencia visible en los márgenes de las vías del tren y en los pueblos del interior. Dormían en galpones abandonados, cocinaban en latas, trabajaban algunos días en las cosechas o en pequeñas tareas rurales, y luego volvían al camino. Se los encontraba sobre todo en las líneas férreas del litoral, la pampa y el norte del país.
Con la modernización y el declive del ferrocarril, su figura desapareció del paisaje cotidiano, pero permaneció en la memoria colectiva como símbolo de una época. El croto pasó a representar al hombre que viaja sin destino fijo, que se mueve por necesidad o por elección, y que encuentra en el camino una forma de vida posible.