
Mesa de trabajo Ceremonia de Ayahuasca / Bonpland - Misiones - 22 de marzo - 2025
✍️ Texto Por Patricio Diblasi
📍 Posadas, Misiones
⏱️ Lectura: 4 minutos
📍 Posadas, Misiones
⏱️ Lectura: 4 minutos
Crónica de la pequeña muerte:
“Ser arrancados de raíz de la percepción ordinaria y ver durante unas horas sin tiempo el mundo exterior e interior, no como aparece a un animal obsesionado por la supervivencia o a un ser humano obsesionado por palabras y nociones, sino como es percibido, directa e incondicionalmente, por la Inteligencia Libre”
“Un extraño presentimiento de que todo está en todo. Todo es realmente cada cosa”.
Adous Huxlex
El fallecimiento de mi padre:
El 22 de abril de 2025 murió mi viejo, Carlos José Diblasi, alias “Pichón”. El desenlace de su partida duró exactamente un mes: el 22 de marzo tuvo un accidente cerebrovascular y el 22 de abril decidió abandonar este plano de la realidad.
La ceremonia:
Semanas antes, el viernes 14 de marzo, viajé a Bonpland con un grupo de personas para participar de una ceremonia de ayahuasca. El ritual estaba dirigido por miembros del pueblo Huni Kuin —“gente verdadera” en su idioma—, una comunidad originaria de la cuenca del río Purús, en la Amazonía occidental, principalmente entre Brasil y Perú. Viajan llevando su medicina y transmitiendo su cultura; un mensaje de preservación y cuidado de la floresta mostrando sus artes chamánicas.
El chamán como mediador:
A mi entender el chamán no es solo mediador entre el mundo visible y el invisible sino que es mas bien un artista que sana, protege y guía a la comunidad mediante el uso de las plantas, como la ayahuasca (yagé) y cantos rituales conocidos como ícaros. Estos rituales son vías para acceder al conocimiento de las culturas americanas.
La enfermedad es un desequilibrio causado por desbarajustes internos y que devienen en desequilibrios externos. El chamán trabaja en estados alterados o elevados de conciencia
Los icaros:
Los ícaros son cantos que guían las visiones. Se entonan con la fuerza del tórax, la garganta y el vientre, como si fueran varias voces que brotan del corazón del guía. Cada canto tiene un poder específico para evocar, sanar, proteger o despertar. A través de ellos, el chamán busca mantener el equilibrio entre el mundo humano y los seres espirituales.
Mi experiencia con la planta:
En mis experiencias con las plantas he advertido que cada ceremonia está cuidadosamente estructurada y se vive como una performance en tres momentos. El primero, luego de media hora de silencio, sólo deja oír el fuego y las respiraciones que se aquietan. Cuando la sustancia empieza a hacer efecto aparece el frío, el malestar, el mareo. El chamán comienza lentamente a tocar su guitarra: una sesión extensísima de música bella, singular y poderosa que nos acompaña hasta el amanecer.
Al comenzar el trance es usual que uno viajé por zonas oscuras de su propia alma. Surgen visiones de aquello que cuesta asumir: miserias personales, penas del alma. La planta muestra dónde más duele.
En una ocasión sentí puntos luminosos recorriendo partes puntuales de mi cuerpo; era la medicina trabajando con su propia inteligencia y autonomía, apretando y soltando, iluminando lo que está ensombrecido. Aparecen fractales, imágenes extraterrestres por lo desconocidas, arquetipos que dan vértigo y a veces miedo.
En esta última toma yo estaba más preparado y tranquilo, conocía el procedimiento y a varios participantes. Mi intención era trabajar sobre aspectos puntuales de mi personalidad, promover virtudes en mi mismo. Nada de eso sucedió. La planta tiene su propia lógica; muestra que la cuestión está más allá de nuestras pretensiones.
En el corazón de mi padre:
¿Qué vi esta vez? Vi a mi padre. Vi o mejor dicho sentí su dolor, cansancio y tristeza hasta el día de hoy ese recuerdo me llena de tristeza. Sentí su corazón cansado dentro de mi pecho, toda su tristeza y conmoción.
Lloré toda la noche, por momentos las lágrimas literalmente ardían como si fuesen hielo. Como queriendo transmitir mi pensamiento a su cerebro repetía mentalmente: - “Tranquilo viejo, yo estoy con vos, vamos a salir de esta juntos, vamos a estar juntos y vamos a celebrar. No tengas miedo, yo estoy con vos”.
Una y otra vez como un mantra. Intenté salir de esas zonas de excesiva tristeza y volver a mis propósitos pero no pude. Algo era evidente: mi viejo no estaba bien, la planta me estaba preparando para el desenlace. Lo único que quería era que la ceremonia terminase y volver a Posadas a estar con él. Dos semanas después pasó lo que pasó.
Reflexiones sobre el tiempo y la cultura:
Jamás olvidaré esa experiencia ni las ideas sobre la naturaleza del tiempo que me dejó. Como si uno pudiera intuir sucesos futuros, como si la información del tiempo estuviera disponible y nuestra percepción —limitada por la cultura y los sistemas— pudiera expandirse cuando exploramos conocimientos que en América o Abya Yala se acallaron desde la conquista y el inicio de la edad moderna y la globalización.
Dos semanas después del ritual sucedió:
Un sábado por la mañana llamé a mi madre y, mientras hablábamos, me dijo: -“Esperá que tu papá se cayó, llamame en un rato”. Cuando volví a llamar me pidió que tomara un taxi hasta su casa: -“No sé qué le pasa, no se puede levantar”. Esa mañana del 22 de marzo de 2025 entendí que la vida puede cambiar en un segundo. Ese día mi viejo empezó a transitar su propio bardo, su final físico en este mundo y el comienzo del próximo.
Buen viajé papá te deseo el mejor de los mundos. Muchas gracias por todo lo que compartiste conmigo y todo lo que disfrutamos juntos.